El cambio climático, provocado principalmente por la acumulación de gases de efecto invernadero como los provenientes de la combustión de petróleo y sus consecuencias, ocupan buena parte de la discusión mundial a partir de los informes de Naciones Unidas y del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC).
Desde entonces se ha avanzado aceleradamente en el tema y se han planteado diversas soluciones. En este escenario, podría decirse que una buena alternativa para enfrentar el calentamiento global es reemplazar los hidrocarburos fósiles por combustibles basados en biomasa vegetal. Si a esta premisa se agrega el precio record del petróleo, aumenta también la convicción de buscar combustibles alternativos.
En este contexto, los biocombustibles que implica la transformación de materia orgánica en energía, son considerados como la alternativa ecológica y responsable a los combustibles fósiles; sin embargo también se ha iniciado una acelerada discusión sobre sus bondades, especialmente por la alta cantidad de agua necesaria para su producción, la cantidad de biomasa que requiere, y sobre todo por el uso de terrenos agrícolas para su producción.
Esta nueva energía ecológica (bioenergía), vista como panacea, ha generado opiniones que advierten también sobre los posibles problemas de su uso indiscriminado. Es evidente que los biocombustibles deberán enfrentarse a muchos desafíos, el primero y considerado por muchos expertos como el principal, es el relacionado con el agua necesaria para la producción de los cultivos de los cuales se origina el combustible, así por ejemplo se estima que para el 2050 la cantidad adicional de agua necesaria para producir biocombustibles será la misma que para satisfacer del liquido vital a toda la población mundial; lo cuál se traducirá en un incremento notable de la necesidad de agua en el mundo.
Además, se perciben ciertos problemas asociados a su sostenibilidad económica, por un lado, inconvenientes asociados especialmente a los elevados costos de producción, y que afectan especialmente a países como el Ecuador; por mencionar un ejemplo, producir un litro de etanol con el mismo poder energético que el petróleo requiere de 37 centavos de dólar en Brasil, 45 de Estados Unidos y 75 en Europa, frente a los 30 centavos por litro en promedio que se requiere para producir gasolina.
Otra de las controversias esta relacionada al tema del espacio necesario, en vista que producir biocombustibles a gran escala podría requerir enormes superficies de tierras agrícolas necesarias para la produccion de alimentos, lujo que muchos países no pueden darse. Por citar algunos ejemplos, Brasil necesitaría 3 % de su superficie agrícola para producir 10 % de su consumo energético total; Estados Unidos necesitaría 30 % de sus tierras agrícolas, y la Unión Europea el 72 %.
Quizá una de las controversias más preocupantes y complejas, especialmente para países en desarrollo, constituye la premisa “alimentos versus combustible”; los alimentos y la biomasa requiere los mismos recursos para la producción, es decir necesitan tierra, agua e insumos. Las necesidades de alimentos y de combustible no necesariamente deberían competir, particularmente cuando se desarrollan bajo una bien planeada producción. Sin embargo aún la situación real no es tan clara. Por ejemplo, cuando se analiza el caso Mexicano, donde se ha producido un notable incremento en el precio de la tortilla de maíz, principal fuente de calorías para mas de 50 millones de mexicanos pobres, como consecuencia del uso del maíz para la generación de biocombustible. Problemas que podrían presentarse en otras regiones con considerables índices de pobreza como en Ecuador.
Otro de los aspectos claves en el tema de los combustibles tiene que ver con las políticas de estado, la participación y la generación de conciencia. En esta perspectiva, la experiencia de varios países muestra que es importante que el gobierno se involucre activamente en el desarrollo de programas de biocombustibles. Valiosas lecciones se pueden aprender de Alemania y Brasil. Por ejemplo, Alemania se ha convertido en un líder en la producción de biocombustibles de alta tecnología, debido a un fuerte compromiso del gobierno, políticas viables y una sólida colaboración de parte del sector privado. También es destacable, el caso brasileño, especialmente con el bioetanol, donde los biocombustibles están casi a la delantera de la agenda de desarrollo del país. Sin embargo, a pesar de estas importantes lecciones, el Ecuador todavía necesitará considerar su propia situación, dado que las experiencias de otros países no son fácilmente replicables, conociendo que las condiciones locales difieren en gran medida.
Luego de un análisis básico de la situación actual de percepciones sobre sus riesgos, conviene ahora abordar, los beneficios vinculados a los biocombustibles. En general, el uso adecuado y bien planificado de esta nueva fuente de energía alternativa traerá importantes beneficios que podrán apuntalar el desarrollo sostenible de sociedades especialmente aquellas que se encuentran en desarrollo. A continuación se presentan algunas ideas que hacen visible los beneficios asociados tanto a la producción como consumo de combustibles alternativos.
Los biocombustibles reducirán la demanda de petróleo y podrían volver más seguro el abastecimiento de energía. Su uso también reduciría los costos de importación a los países con déficit de energía y ofrecería mejores opciones en la balanza comercial y de pagos. Todos estos desarrollos descongelarían en parte recursos económicos que serían usados para otras necesidades urgentes de países pobres.
Los beneficios, en el contexto del desarrollo económico, pueden analizarse sobre evidencias de la potencial creación de nuevas fuentes de trabajos y consecuente generación de mayores ingresos, que indudablemente ayudaría a mejorar la calidad de vida de las poblaciones involucradas en las metas de desarrollo del milenio. Además puede ser el escenario para la creación de nuevas industrias que incrementan la actividad económica. También puede brindar oportunidades para el fomento del comercio de carbono para el Ecuador.
Por otro lado, se podría reducir las emisiones de gases efecto invernadero, tales como el monóxido de carbono de forma significativa, reduciendo con esto el calentamiento global y aportando en forma efectiva a la solución del problema del cambio climático. Además, por su condición de renovables y de combustión limpia asegurarían su uso sostenible
La definición de una política nacional, implica realizar un análisis del futuro de los biocombustibles; por un lado está claro y no existen dudas, que los biocombustibles producidos bajo las condiciones actuales solamente pueden ser sostenibles y económicamente viables si son subsidiados. Además debe asegurarse que los biocombustibles sean algo realmente bueno para la sociedad, para el ambiente y para la economía en su conjunto.
Finalmente, es necesario presentar algunos posicionamientos a cerca de las múltiples oportunidades para Latinoamérica y el Ecuador. A nivel de Latinoamérica se evidencia una delantera importante de Brasil frente al resto de países de la región, no solo en el tema de la producción, por el establecimiento de fábricas especialmente para la producción de biodiesel, sino también por el fuerte apoyo del estado en la generación de políticas y estrategias orientadas a pequeños productores.
El Ecuador que se caracteriza por su alta biodiversidad ecosistémica y de especies, pero también presenta una variedad de problemas que merecen ser considerados y deberían entrar al debate y conocimiento de su población y sobre todo a la búsqueda de soluciones sostenibles. Entre, uno de los problemas, que ha sido poco discutido e intervenido, es el acelerado proceso de degradación de extensos territorios del país; además, hasta la fecha estos espacios no han podido ser incorporados a la producción y aportar al desarrollo del país y más bien se han convertido en obstáculos que detienen el desarrollo de varias comunidades y poblaciones que aquí se ubican. Además, el país tiene altos índices de pobreza sobre todo rural, especialmente por la falta de fuentes de trabajo y la inexistencia de iniciativas que involucren y apoyen a las poblaciones más pobres.
Bajo este panorama, y tomando en cuenta las enormes posibilidades tanto biológicas como sociales de desarrollo del Ecuador; conviene considerar el enorme potencial de los biocombustibles como estrategia para emprender acciones orientadas hacia las poblaciones menos desfavorecidas. Sin embargo, también es necesario considerar los riesgos y peligros de las actividades relacionadas a estas nuevas fuentes de energías alternativas (previamente analizados); los cuáles pueden ser fácilmente contrarrestados con buenas y coherentes políticas de fomento y desarrollo de esta nueva alternativa.
Por ello antes de emprender grandes programas nacionales de producción de biocombustibles, deberían construirse procesos integrales de desarrollo, en los cuales debe al menos considerar las siguientes premisas:
- Las universidades y centros de investigación, tienen la enorme responsabilidad de generar los conocimientos y tecnologías necesarias para la producción sostenible de biocombustible a partir de especies nativas y de otras no nativas.
- El fomento de acciones productivas sostenibles, no solo aportarán al mejoramiento de la calidad de vida de la población, sino también contribuirá al mejoramiento de las condiciones ambientales del país. La implementación de cultivos de especies vegetales con fines de producción de biocombustibles, contribuirá en la incorporación de nuevas áreas rurales que en la actualidad están sometidas a procesos de degradación y sin uso alguno;
- Se debe aprovechar la existencia de recursos biológicos nativos del Ecuador con extraordinario potencial, tal es el caso del piñon Jatropha curcas, especie vegetal que ha demostrado en otras regiones de los neotrópicos un potencial muy alto para producir cantidad y calidad de biodiesel;
- Enfocarse a poblaciones y comunidades menos favorecidas y que no hayan sido consideradas en anteriores procesos; priorizando ámbitos geográficos que requieran generar su propia energía para electricidad, transporte, riego, etc. Además no debe afectar derechos de uso tradicional ni fomentar procesos de desplazamiento de la población local;
- La produccion de biocombustibles deberá ser implementada en áreas marginales, en espacios geográficos con elevados niveles de degradación, en sitios donde la biodiversidad se haya perdido por completo; evitando la realización de plantaciones masivas y fomentando los cultivos orgánicos. Además, constituirá el momento ideal para emprender procesos de restauración de una gran cantidad de tierras degradadas e incorporarlas a los sistemas productivos.
- En resumen, se necesita mayor investigación y asistencia técnica para maximizar las oportunidades derivadas de la producción de biocombustible y minimizar los riesgos de afectar negativamente la seguridad alimentaria y el medio ambiente
Preparado por: Nikolay Aguirre, Universidad Nacional de Loja. diciembre 2010