Los seres humanos dependemos de los ecosistemas para satisfacer la mayoría de nuestras necesidades cotidianas. De los ecosistemas obtenemos alimentos, agua, o combustibles y diversas materias primas. Los ecosistemas también son importantes para regular el clima que nos afecta y en ellos podemos recrearnos (Balvanera y Cotler 2007, Wunder et al 2007). En la búsqueda de satisfacer nuestras necesidades, los seres humanos hemos transformado el planeta de tal forma que en los últimos 50 años la cuarta parte del planeta se ha cubierto de zonas agrícolas; se han degradado o han desaparecido el 40% de los arrecifes de zonas costeras; la cantidad de agua que utilizamos se ha cuadruplicado; hemos duplicado la cantidad de nitrógeno disponible en los ecosistemas y triplicado la cantidad de fósforo; la concentración de bióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado en un 30%; y las tasas de extinción de especies actuales son 1,000 veces superiores a las registradas en tiempos geológicos (MA 2005, Steffen et al. 2004, Vitousek et al. 1997). Estas transformaciones no sólo tienen consecuencias negativas sobre el funcionamiento de los ecosistemas, sino también sobre su capacidad para seguir proveyendo bienes y servicios a las poblaciones humanas (agua, leña, recreación, regulación de la erosión, o protección contra eventos extremos) (Wunder et al. 2007, MA 2005).
Ante esta problemática global, el principal reto constituye el entender la dinámica de los ecosistemas naturales, el efecto de los cambios producidos por el hombre en los mismos y las consecuencias de estos cambios sobre el bienestar de la población humana. Para alcanzar este cometido es necesario entender, por un lado, cómo las sociedades interactúan con el ecosistema, dependiendo de su contexto socioeconómico, político y cultural, y por el otro lado, como está estructurado el ecosistema, cómo funciona, y cómo responde a los impactos antropogénicos.
Para poder transmitir de manera sencilla pero incisiva la conexión entre la condición de los ecosistemas y el bienestar humano se desarrolló el concepto de servicios ecosistémicos (Daily et al. 1997, Boyd y Banzhaf. 2006). Los servicios ecosistémicos, se definen como los beneficios que las poblaciones humanas obtienen de los ecosistemas, entendidos como el conjunto de organismos, condiciones abióticas y sus interacciones.
Bajo este marco conceptual, los factores que de forma más directa afectan la capacidad de provisión de servicios son aquellos que determinan cambios en las condiciones físicas o bióticas de los ecosistemas (llamados factores ecológicos), como el cambio de uso de suelo o el uso de ciertos tipos de tecnología (ver Figura 1). Los factores directos dependen, a su vez, de factores indirectos como son el crecimiento poblacional o las fuerzas económicas asociadas con la globalización. Tanto los factores directos (ecológicos) como indirectos (sociales) interactúan entre si a varias escalas espaciales y temporales afectando la capacidad de los ecosistemas para proveer ciertos servicios. Los servicios ecosistémicos que proveen los ecosistemas pueden clasificarse en cuatro tipos:
- Provisión de bienes tangibles (p.ej., alimentos, agua, madera),
- Regulación, resultado de las complejas interacciones entre los componentes físicos de los ecosistemas (p.ej., regulación climática o control de inundaciones),
- Culturales (p.ej., bienestar espiritual o recreación), y
- Soporte, que son los procesos ecosistémicos básicos que permiten que se provean los demás (p.ej. productividad primaria).
Sin embargo, el fomento de ciertos servicios han puesto de manifiesto la generación de disyuntivas entre estos, así se tiene que para promover la provisión de alimentos se ve afectada negativamente la provisión agua o control climático (MA 2005).
Figura 1: Marco conceptual de los factores que afectan la capacidad de provisión de servicios de los ecosistemas (tomado de MA 2003)
La preocupación mundial sobre el conocimiento y reconocimiento de diversos tipos de servicios que brindan los distintos ecosistemas, también ha sido una constante preocupación en el Ecuador, principalmente en lo relacionado con el agua, la recreación y la conservación de ecosistemas naturales y su biodiversidad. La región amazónica ecuatoriana forma parte de la cuenca con mayor producción hídrica en el mundo, la cuenca hidrográfica del amazonas, con 6,5 millones de Km2. Esta región incluye zonas forestales, pecuarias, agrícolas, urbanas y turísticas, constituye una oportunidad única para explorar e implementar acciones de investigación básica y aplicada.
Sin embargo, los esfuerzos realizados para reconocer y usar los SE se han caracterizado por ser aislados y generalmente basados en intereses de instituciones o grupos humanos particulares, localizados en determinadas regiones. Esto ha evidenciado una falta de objetivos sociales amplios y sinergia entre los distintos niveles de organización social (desde el político hasta el técnico), sobre el valor de los SE y su administración.
Tampoco se ha evaluado el potencial de provisión de servicios ecosistémicos del país, ni se ha considerado suficientemente la condición de que el Ecuador forma parte de los 17 países megadiversos del planeta y contiene dos ecoregiones terrestres reconocidos como “hots spots” de biodiversidad en el mundo, el choco biogegráfico y la vertiente amazónica de los andes (Mittermeier et al 1997, Myers et al. 2000, Brummitt & Lughadha 2003).
Por otro lado, a pesar de que sus ecosistemas naturales boscosos tienen una enorme riqueza en biodiversidad y potencial de proveer una infinidad de servicios ambientales, Ecuador, también tiene la tasa de deforestación más alta de América del Sur (FAO 2006). Entre las principales razones para la deforestación en el Ecuador está la explotación de la madera de los bosques y su conversión en sistemas agropecuarios, especialmente pasturas, para la producción ganadera (Wunder 2000). Las mayores tasas de deforestación se presentan en los ecosistemas de las regiones costera y andina, y en menor grado la región amazónica. Sin embargo la amazonia ecuatoriana durante las últimas décadas ha estado sujeta a constantes presiones y cambios de uso del suelo.
La RAE está ubicada al oeste del territorio ecuatoriano y está conformada por las provincias de Sucumbios, Orellana, Napo, Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe, abarcando una superficie de 130.841 Km2, que cubre el 51% del territorio continental. La dinámica del uso del suelo en la RAE, como en muchas áreas del trópico, empieza con la explotación de los bosques naturales; seguida por la transformación de éstos en pasturas para la producción ganadera; después de algunos años estas áreas pierden su productividad, entonces los campesinos abandonan las tierras y buscan nuevas áreas boscosas y empieza nuevamente el ciclo antes descrito (Paulsch et al. 2001, Hartig & Beck 2003, Aguirre 2007). Muchas de las cuales, quedan fragmentadas y en serios procesos de degradación.
Esta región ha estado sujeta a continuas presiones a partir de 1972, especialmente por la actividad petrolera, actualmente está dividida en 26 bloques de exploración y explotación petrolera, de ellos 14 son operados por empresas privadas y los otros por la estatal Petroecuador. Varios de esos bloques se localizan en áreas protegidas o bosques protectores (p.ej. Cuyabeno, Yasuní y Limoncocha). Los impactos asociados con esta industria son de carácter ambiental y social y económico, debido a la contaminación ambiental por manejos no adecuados y por la infraestructura vial – petrolera que facilitó los procesos de colonización, explotación forestal, aculturación de las comunidades indígenas locales y efectos nocivos sobre la salud de los habitantes locales.
Por otro lado, la presión de actividades humanas en la región amazónica sur del Ecuador ha estado caracterizada por la explotación de minerales, recientemente se han descubierto una de las reservas más grandes de cobre de Latinoamérica y otra de oro, condición que ha traído una serie de discusiones sobre la pertinencia de la explotación.
Por ello, se requiere de construir procesos de investigación de largo plazo, que puedan generar conocimiento para apoyar la toma de decisiones de las instituciones sobre el mantenimiento y la provisión de servicios ecosistemas no solo a la población local, sino nacional y global. Para lo cual se requiere iniciar estudios interdisciplinarios sobre las necesidades de SE de las comunidades humanas y los espacios que pueden producir los mismos, sean estos bienes, (alimentos para los grupos nativos, agua), regulación (calidad y régimen de agua, protección contra eventos extremos, mantenimiento de suelo y su fertilidad) o culturales (recreación, espacios sagrados, etc.). Se ha evidenciado una necesidad nacional y global de investigar la potencialidad de los ecosistemas para producir servicios ecosistémicos, especialmente en lo que se refiere a:
- Desarrollar marcos analíticos y metodologías robustas para evaluar cambios en la estructura y funcionamiento de los ecosistemas y sus consecuencias sobre la provisión de servicios ecosistémicos,
- Entender las consecuencias de cambios en biodiversidad sobre la provisión de otros servicios,
- Entender la interacción entre factores directos e indirectos que modifican los ecosistemas y la provisión de servicios,
- Promover el entendimiento de la interacción (disyuntivas o sinergias) en la conservación y provisión de servicios,
- Entender la relación entre servicios ecosistémicos y bienestar humano,
- Explorar las implicaciones económicas de cambios drásticos en la provisión de servicios,
- Entender los efectos de cambios en provisión de servicios sobre el bienestar humano, y
- Modelar los efectos de los cambios en ecosistemas sobre los servicios.
En una fase inicial se puede abordar un espacio territorial y un conjunto reducido de servicios ecosistémicos para desarrollar acercamientos, metodologías y consolidar equipos de trabajo; posteriormente la lista de servicios analizados podrá ampliarse. Los procedimientos analíticos generados en una primera instancia podrán aplicarse posteriormente a otros ecosistemas y condiciones de interacción social, y a otras escalas espaciales. Con esto se contribuirá al desarrollo e implementación de estrategias y políticas que conduzcan hacia la provisión sustentable de servicios ecosistémicos en nuestro país. Así mismo se debe pretende contribuir a la formación de grupos de científicos y de cuadros capacitados para hacer investigación interdisciplinaria en torno a los servicios ecosistémicos y la búsqueda de la sostenibilidad.
Literatura citada
Aguirre N. (2007) Silvicultural contributions to the reforestation with native species in the tropical mountain rainforest region of South Ecuador. Doctoral Dissertation in Forest Science. Universidad Técnica de Munich, Alemania.
Balvanera P. y Cotler H. (2007) Acercamiento al estudio de los servicios ecosistémicos. Gaceta Ecológica 84-85: 8-15.
Boyd, J., & S. Banzhaf. 2006. What are ecosystem services? The need for standardized environmental accounting units. Ecological Economics 63: 616-626.
Brummitt, N., Lughadha, E.N. (2003) Biodiversity: Where´s hot and where´s not. Conservation Biology 17 (5), 1442-1448.
Daily, G. C. (ed.). 1997. Nature’s Services: Societal Dependenc on Natural Ecosystems. Island Press, Washington, DC.
Hartig, H., Beck, E. (2003) The bracken fern (Pteridium aquilinum) dilemma in the Andes of South Ecuador. Ecotropica 9, 3-13.
MA (2005) Ecosystems and Human Well-Being: Synthesis. Island Press, Washington DC. USA
Myers N., Mittermeier R, Mittermeier C, Fonseca G., y Kent J. (2000) Biodiversity hotspots for conservation priorities Nature 403, 853-858
Mittermeier, R. Robles P., y Goettsch-Mittermeier C. (1997) Megadiversidad. Los países biológicamente más ricos del mundo. México: CEMEX S.A. y Agrupación Sierra Madre.
Paulsch, A., Schneider, R., Hartig, K. (2001) Land-use induced vegetation structure in montane region of Southern Ecuador. Die Erde 132, 93-102.
Paulsch, A., 2002. Development and application of a classification system for undisturbed and disturbed tropical montane forests based on vegetation structure. PhD Dissertation Thesis. Fakultät für Biologie, Chemie und Geowissenschaften, Universität Bayreuth.
Peter M. Vitousek,b John D. Aber,c Robert W. Howarth,d Gene E. Likens,e Pamela A. Matson,f David W. Schindler,g William H. Schlesinger,h and David G. Tilmani (1997) Human alteration of the global nitrogen cycle: sources and consequences. Ecological Applications: Vol. 7, No. 3, pp. 737–750.
Steffen, W., A. Sanderson, P. D. Tyson, J. Jager, P. M. Matson, B. Moore, III, F. Oldfield, K. Richardson, H. J. Schnellnhuber, B. L. Turner, II, and R. J. Wasson. 2004. Global change and the Earth system: a planet under pressure. Springer-Verlag, New York, New York, USA. 336 pp
Wunder S., Wertz-Kanounnikoff, Moreno-Sánchez R. (2007) Pago por servicios ambientales: una nueva forma de conservar la biodiversidad Gaceta Ecológica 84-85: 39-52
Preparado por: Nikolay Aguirre, Ph.D. Profesor de la Universidad Nacional de Loja, Diciembre 2011.